Cartman hereda un millón de dólares de su abuela y cumple así su sueño de toda la vida: tener su propio parque de diversiones, ¡Cartmanland! A Kyle se le revuelve el trasero cuando se entera de la fortuna inmerecida de Cartman, lo que le hace cuestionar la existencia misma de Dios y si hay alguna razón para seguir con vida en un mundo donde alguien como Cartman es feliz.